A la vista está. La epidemia sigue creciendo en toda España, era de esperar tras las fiestas navideñas, y las Comunidades Autónomas han endurecido sus medidas y restricciones para tratar de frenar la tercera ola de coronavirus. Esto es el cuento de nunca acabar a pesar de que el "doctor Fleming" ha iniciado el reparto de jeringazos con la esperada vacuna, eso sí, a paso de tortuga. Y por si fuera poco; ¿No quieres caldo?... ¡Pues toma tres tazas! con la llegada de "doña Filomena", sembrando el caos y cubriendo con un manto blanco buena parte de España, y eso que estaban avisando desde hacia varios días. Así que, pensándolo bien, creo que eso de volver a la normalidad en 2021 tendrá que esperar un poco, ¿no lo creéis así?
Y yo me pregunto: ¿Qué es la normalidad? En los últimos meses he tenido mucho tiempo para pensar en ello, para planificar, para soñar y apreciar las cosas sencillas, las que normalmente por falta de tiempo no nos detenemos a contemplar y son las que realmente importan en la vida. ¿Acaso lo que entendemos por normalidad es lo que hacíamos hace justamente un año? ¿Quizás creíamos que lo que hacíamos diariamente era lo normal, lo correcto? Ni tan siquiera teníamos tiempo de pararnos a pensar que habíamos llegado a tensar hasta el límite la fina cuerda de la vida. Porque, por mal que nos pese, la vida, nuestra vida pende en realidad de un hilo, o sea, de una cuerda muy fina como por ejemplo un virus. En segundos nuestro destino puede dar un giro y las tres hermanas hilanderas diosas del destino, las Parcas, venir a buscarnos como se ha evidenciado durante estos largos y duros meses.
No debemos dar por hecho que habrá un mañana, no demos tampoco por hecho que nuestros seres queridos conozcan nuestros sentimientos hacia ellos: ¡Hay que decírselo! Escribir notas de cariño, dedicar tiempo a nuestros mayores estén o no cerca de nosotros, debemos decirles que les queremos y que no están solos, trasmitirles hoy más que nunca que la vida siempre merece pena.
Vivir es un privilegio, y debemos vivir con ilusión y pasión. Aprendí hace mucho tiempo que todo depende de la actitud con la cual nos enfrentamos a los desafíos de la vida. Nadie dijo que sería fácil, pero nada, si nos lo proponemos, es imposible.
Así pues... ¡Arriba esos ánimos! Poder levantarse cada mañana es ya de por si una bendición y hemos de estar agradecidos por ello y por estar vivos. —Dalai Lama recomienda decir lo siguiente cuando despertamos: “Hoy me siento afortunado de haber despertado, estoy vivo, tengo una preciosa vida humana, y no voy a desperdiciarla. Voy a utilizar todas mis energías para desarrollarme, para expandir mi corazón a los demás, para alcanzar la iluminación en beneficio de todos los seres, voy a tener buenos pensamientos hacia los demás, no me voy a enojar o pensar mal de los demás, voy a beneficiar a los demás tanto como me sea posible”—.
Ama, ríe, se amable, se altruista, y vive con pasión porque hacerlo dará un sentido diferente a todas nuestras acciones.
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