Ser «finisher» tiene su qué; te garantizas una medalla o incluso una camiseta maillot por haber cruzado una meta, pero también el postureo en redes y la veneración al concepto de “finisher” empujando a gente sin la preparación adecuada a participar en eventos que están por encima de sus posibilidades, no solo físicas, sino también mentales.
Bajo mi punto de vista, el problema de todo este "postureo en redes, las medallitas y la apología de la idea de ser finisher" lo tienen en parte los organizadores de eventos que buscan ganar más dinero y promueven que la gente, obviamente poco preparada, se apunte a eventos que se les quedan enormes.
Otro de los aspectos a tener en cuenta cuando se siguen pautas de entrenamiento de "influencers" que prometen que si las sigues, en pocos meses puedes afrontar cualquier prueba, son los riesgos para la salud. Un ejemplo: 'hay quien por primera vez corre 3 maratones seguidos por encima de las 4 horas y acaba cojo para toda la vida, o quienes no podían hacer un 5.000 m a menos de 5 minutos por kilómetro y, aun así, se apuntan a un trail de 28 kilómetros'.
La solución para reducir los riesgos en pruebas de resistencia ante la avalancha de gente poco preparada es, por ejemplo, la de exigir marcas mínimas que acrediten estar preparados para pruebas exigentes. Pero eso es predicar en el desierto porque va en detrimento de los beneficios de los organizadores, ansiosos de eventos a ser posible cada vez más multitudinarios, ni por supuesto al ego incrementado de muchos participantes...".
La preparación de estas pruebas requiere de una correcta planificación y un plan de entrenamiento personalizado según las características de cada deportista —edad, condición física, actividad profesional, vida familiar, disponibilidad horaria para entrenar, etc.—, y teniendo en cuenta los cambios 'internos' y adaptaciones neuromusculares que surgirán durante la preparación. Hay numerosos detalles que necesitan años de trabajo para cruzar la línea de meta con el mínimo de daños colaterales para el cuerpo que incluso los atletas preparados pueden sufrir.
Una persona que cruza la meta de una prueba de resistencia dos, tres o cuatro veces, no es un profesional de este deporte. ¿Cómo puede asesorar a un principiante o atleta o un deportista a sacar su mejor versión si él mismo cruza la meta de los últimos últimos? Eso sí, tendrá su preciada recompensa en forma de medallita 'finisher', suficiente para venderse como entrenador/a.
Quiero concluir diciendo que cada ser humano tiene sus propios intereses y pasiones. Vivimos en el momento perfecto para que el deporte forme parte de nuestras vidas, pero el de verdad, DEPORTE en mayúsculas: salir a entrenar para disfrutar de la sensación de sentirse bien al sudar, de gozar de la naturaleza y de compartir el momento con los compañeros de entreno para terminar durmiendo como un tronco mientras la dopamina hace de las suyas, y eso: no tiene precio.
Ser finisher o colgar la vida en redes sociales no es para siempre; con el tiempo nadie se acordará y muy probablemente habremos perdido la esencia de disfrutar de nuestro deporte.
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