Ser finisher, las medallitas y el postureo en redes nada que ver con la concepción de deporte



Ser 'finisher' es sinónimo de obtener una medalla o incluso una camiseta por 
haber cruzado una meta, pero también el postureo en redes y la veneración al concepto de 'finisher', empujando a gente sin la preparación a participar en eventos que están por encima de sus posibilidades. 

A día de hoy, vivimos en una sociedad en la que lo que importa es satisfacer. Hoy, la gente se tira a la piscina sin casi saber nadar y se apunta a pruebas de resistencia sin estar preparada. Sebastian Sitko, referente en la ciencia del rendimiento, lo resume fácil y rápido: redes sociales + querer es poder + medallita de finisher = infartos, personas atendidas por golpes de calor u otros problemas derivados de no estar debidamente preparados. Como él dice: —Incluso mi abuela obtiene la condición de "finisher" tras 18 horas; sin embargo, me cuesta ver el mérito a eso—.

La estandarización que se está produciendo en los eventos de resistencia y ultrarresistencia no es sana ni normal, y por supuesto, no está exenta de ser lucida en las redes sociales; al contrario, colgar la gesta y alardear de medalla es lo que se lleva ahora, aunque ni tan siquiera se haya uno preparado para ello. 

¿Dónde está el sentido común fundamental para tomar decisiones prácticas y sensatas?  Si corres una maratón en 4 h, quizás te faltan 10km por correr antes de hacer una...  Y si haces lo propio con un Ironman en 13 o 14 h, quizás aún te falte preparación y tu lugar esté en una distancia half

Hablando el otro día con uno de mis clientes, me comentaba: —Hoy muchos dicen que hacen deporte, pero deporte de verdad; solo lo hacen unos pocos.  Los llevamos en esto algunos años, mucha formación, muchos entrenamientos y kilómetros, y "algunas" competiciones a nuestras espaldas; observamos con perplejidad el auge de los “finisher influencers" que, tras colgarse la medalla, promueven, descaradamente, el postureo de su gesta en redes sociales, y sin formación y escasa experiencia, pero quieren ser ejemplos a copiar por futuros 'finisher de postureo'. 

Bajo mi punto de vista, el problema de todo este "postureo en redes y la apología de la idea de ser finisher" lo tienen en parte los organizadores de eventos que buscan ganar más dinero y promueven que la gente, obviamente poco preparada, se apunte a eventos que se les quedan enormes.


Otro de los aspectos a tener en cuenta cuando se siguen pautas de entrenamiento de "influencers" que prometen que si las sigues, en pocos meses puedes afrontar cualquier prueba, son los riesgos para la salud.  Un ejemplo: Hay quien por primera vez corre 3 maratones seguidos por encima de las 4 horas y acaba cojo para toda la vida, o quienes no podían hacer un 5.000 m a menos de 5 minutos por kilómetro y, aun así, se apuntan a un trail de 28 kilómetros. 

Una solución para reducir los riesgos en pruebas de resistencia es, por ejemplo, la de exigir marcas mínimas que acrediten estar preparados, pero eso es predicar en el desierto, ya que va en detrimento de los beneficios de los organizadores ansiosos de eventos cada vez más multitudinarios. 

Que no quepa ninguna duda de que preparar una prueba de estas características requiere de una  planificación y un plan de entrenamiento personalizado según las características de cada deportista (edad, condición física, actividad profesional, vida familiar, disponibilidad horaria para entrenar, etc.), teniendo en cuenta los cambios 'internos' y adaptaciones neuromusculares que surgirán durante dicha preparación. 

Una persona que cruza la meta de una prueba de resistencia dos, tres o cuatro veces, no es un profesional de este deporte. ¿Cómo puede asesorar a un principiante o atleta o un deportista a sacar su mejor versión si él mismo cruza la meta de los últimos últimos? Eso sí, tendrá su preciada recompensa en forma de medallita 'finisher', suficiente para venderse como entrenador/a. 

Mi reflexión: Cada ser humano tiene sus propios intereses y pasiones. Vivimos el momento perfecto para que el deporte forme parte de nuestras vidas, pero el DEPORTE de verdad, en mayúsculas: salir a entrenar para sentirse bien al sudar, gozar de la naturaleza y compartir con los compañeros el entreno para terminar durmiendo como un tronco mientras la dopamina hace de las suyas, y eso no tiene precio. 

Ser un "finisher" para simplemente colgar la vida de uno en redes sociales no es para siempre; con el tiempo nadie se acordará y muy probablemente habremos perdido la esencia de disfrutar de nuestro deporte.






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