Vivimos tiempos en los que la afición por el correr o running como se le denomina en carreras populares, revistas, blogs, redes sociales,.... está creciendo de manera exponencial en todos los ámbitos. Han aumentado el número de carreras populares, los clubes, el equipamiento se ha personalizado dependiendo del sexo y modalidad competitiva (asfalto, montaña, triatlón...), incluso se organizan pruebas deportivas para segmentos de la población concretos como el de las mujeres, contra enfermedades, por causas solidarias etcétera.
Es evidente pues que alrededor del running ha surgido un nuevo estilo de vida en el que cada vez somos más las mujeres que corremos, de la misma manera que hay multitud de perfiles de corredoras/es, lejos ya de la clásica figura delgada del corredor de toda la vida.
Como suele suceder cuando nace una moda que se convierte en estilo de vida, se encuentran opiniones enfrentadas: los que defienden las bondades de está práctica deportiva y detractores que consideran que el ser humano no está diseñado para correr, que llevar al límite el cuerpo humano no es bueno y que la fiebre por running es una moda pasajera.
Pero, ¿qué hay de cierto en todo ello? ¿Realmente estamos diseñados para correr? ¿Qué nos empuja a correr? ¿Nos empeñamos en hacer algo antinatural y contraproducente para nuestro organismo como un acto de desafío personal y una demostración de fuerza de voluntad, disciplina, tenacidad y compromiso? O, por el contrario ¿simplemente es una cuestión de estética por qué correr adelgaza y o salud por qué hacer deporte es sano?
Os invito a seguir leyendo los siguientes posts sobre este tema.
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